lunes, 18 de mayo de 2009

Matar a un Hombre

¿Que podemos hacer en esta multitud sino abrazarnos entre las palabras y los hechos?
Cargamos el peso de lo que hemos sido mientras bailamos desesperados evitando que la fiesta se termine. Ha sido una fiesta muy hermosa, una invitacion inesperada a nuestra vida. Ha sido una noche equivocada, fue veloz la charla y el trago muy corto.
Fue como un déjà vu, todo esto. Como si ya hubiésemos andado los distintos senderos de este sueño.
¿Que podré decirte que no hayas escuchado?
El peligro es una brisa suave como la pata de un gato, una garra espectral recorriendo los temblores de tu nuca: Allí, desde donde se presiente la muerte, allí se posa suavemente la acechanza.
¿Alguna vez acariciaste un animal peligroso? ¿Uno de esos animales que se esconden tras las sombras de tus actos, para no extinguirse? Cuando lo acaricias se agitan en tu mente recuerdos de una antigua traición y las lagrimas rompen los diques de tus facciones cultas, tu rostro engañado de ladrillos simétricos, ese muro de gestos contratados y esos alambres de 220 voltios sonrien en la boca del lobo.
Con esas lagrimas tu cara de autopista se esfuma junto a los fantasmas de todas las especies perdidas.
En cuanto el llanto reflexione se acordará de que tienes otras cosas que hacer: siempre hay actos que un hombre fabricado debe hacer justo a tiempo. ¿y si echaras a volar tu águila ancestral? ¿y si el tiempo escapara de vos como si fueras el demonio?
¿por qué no lo hiciste? Matar, por amor, a un hombre.
¿por qué no fuiste el héroe que soñaste a los ocho años?
Matar a un hombre de corazon ateo que acecha a tus duendes tras los pórticos ciegos de sus ojos catódicos. Matar a un hombre que no está aqui porque se va a otra parte donde tambien será ausencia. Un hombre que camina con pasos de llanura sobre los relieves del cariño. Un hombre que es la persiana abriendo y cerrando el tiempo de los negocios, una caja registradora de percepciones envueltas para regalo. Un hombre que cuando sonrie te zambulle en un rio de navajas.
Matar a un hombre de esos pero sin sangrarlo.
Matar la idea que lo pario.
Quemar el paisaje que lo dibuja.
Acallar la historia que lo relata.
Entonces la vida será agradable como un jugo de Naranjas.
Entonces cuando orines bajo la corteza de la noche destilarás en tu meada el perfume de las estrellas.

"Matar a un Hombre" - Enrique Symns
La Maga - Julio de 1998

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